César Vallejo, el poeta, pasó los últimos quince años de su vida en Europa. Vallejo, con 31 años, zarpó del Callao en el vapor "Oroya" rumbo a París allá por el año de 1923. Su destino fue Francia, aunque de alguna forma también lo fueron Rusia y España. Sin embargo, por diversos motivos siempre retornó a la ciudad que descansa a las orillas del Sena. Sí, el peruano Vallejo fue un inmigrante en París. Allí trabajó como periodista, a veces también como traductor, pero no pudo evitar las penurias de una vida económicamente ajustada e inestable. Ahí fue libre en el pensamiento, pero al mismo tiempo prisionero de sus inquietudes, ahí padeció y nos padeció, y conoció a Georgette. Durante los años que vivió en Europa, Vallejo escribió obras tanto políticas como literarias, pero “Poemas Humanos” y “España, aparta de mí este cáliz”, llegarían a ser la culminación de un intenso camino lleno de angustias e interrogantes sobre su propia condición humana y el sentido de la humanidad. El 15 de abril de 1938, hace ya 70 años, falleció en París nuestro inmigrante poeta.
"Ello es que el lugar donde me pongo/el pantalón, es una casa donde/me quito la camisa en alta voz/y donde tengo un suelo, un alma, un mapa de mi España./Ahora mismo hablaba/de mí conmigo, y ponía/sobre un pequeño libro un pan tremendo/y he, luego, hecho el traslado, he trasladado,/queriendo canturrear un poco, el lado/derecho de la vida al lado izquierdo;/más tarde, me he lavado todo, el vientre,/briosa, dignamente;/he dado vuelta a ver lo que se ensucia,/he raspado lo que me lleva tan cerca/y he ordenado bien el mapa que/cabeceaba o lloraba, no lo sé./Mi casa, por desgracia, es una casa,/un suelo por ventura, donde vive/con su inscripción mi cucharita amada,/mi querido esqueleto ya sin letras,/la navaja, un cigarro permanente./De veras, cuando pienso/en lo que es la vida,/no puedo evitar de decírselo a Georgette,/a fin de comer algo agradable y salir,/por la tarde, comprar un buen periódico,/guardar un día para cuando no haya,/una noche también, para cuando haya/(así se dice en el Perú — me excuso);/del mismo modo, sufro con gran cuidado,/a fin de no gritar o de llorar, ya que los ojos/poseen, independientemente de uno, sus pobrezas,/quiero decir, su oficio, algo/que resbala del alma y cae al alma./Habiendo atravesado/quince años; después, quince, y, antes, quince,/uno se siente, en realidad, tontillo,/es natural, por lo demás ¡qué hacer!/¿Y qué dejar de hacer, que es lo peor?/Sino vivir, sino llegar/a ser lo que es uno entre millones/de panes, entre miles de vinos, entre cientos de bocas,/entre el sol y su rayo que es de luna/y entre la misa, el pan, el vino y mi alma./Hoy es domingo y, por eso,/me viene a la cabeza la idea, al pecho el llanto/y a la garganta, así como un gran bulto./Hoy es domingo, y esto/tiene muchos siglos; de otra manera,/sería, quizá, lunes, y vendríame al corazón la idea,/al seso, el llanto/y a la garganta, una gana espantosa de ahogar/lo que ahora siento,/como un hombre que soy y que he sufrido./" (Poemas Humanos)
"Ello es que el lugar donde me pongo/el pantalón, es una casa donde/me quito la camisa en alta voz/y donde tengo un suelo, un alma, un mapa de mi España./Ahora mismo hablaba/de mí conmigo, y ponía/sobre un pequeño libro un pan tremendo/y he, luego, hecho el traslado, he trasladado,/queriendo canturrear un poco, el lado/derecho de la vida al lado izquierdo;/más tarde, me he lavado todo, el vientre,/briosa, dignamente;/he dado vuelta a ver lo que se ensucia,/he raspado lo que me lleva tan cerca/y he ordenado bien el mapa que/cabeceaba o lloraba, no lo sé./Mi casa, por desgracia, es una casa,/un suelo por ventura, donde vive/con su inscripción mi cucharita amada,/mi querido esqueleto ya sin letras,/la navaja, un cigarro permanente./De veras, cuando pienso/en lo que es la vida,/no puedo evitar de decírselo a Georgette,/a fin de comer algo agradable y salir,/por la tarde, comprar un buen periódico,/guardar un día para cuando no haya,/una noche también, para cuando haya/(así se dice en el Perú — me excuso);/del mismo modo, sufro con gran cuidado,/a fin de no gritar o de llorar, ya que los ojos/poseen, independientemente de uno, sus pobrezas,/quiero decir, su oficio, algo/que resbala del alma y cae al alma./Habiendo atravesado/quince años; después, quince, y, antes, quince,/uno se siente, en realidad, tontillo,/es natural, por lo demás ¡qué hacer!/¿Y qué dejar de hacer, que es lo peor?/Sino vivir, sino llegar/a ser lo que es uno entre millones/de panes, entre miles de vinos, entre cientos de bocas,/entre el sol y su rayo que es de luna/y entre la misa, el pan, el vino y mi alma./Hoy es domingo y, por eso,/me viene a la cabeza la idea, al pecho el llanto/y a la garganta, así como un gran bulto./Hoy es domingo, y esto/tiene muchos siglos; de otra manera,/sería, quizá, lunes, y vendríame al corazón la idea,/al seso, el llanto/y a la garganta, una gana espantosa de ahogar/lo que ahora siento,/como un hombre que soy y que he sufrido./" (Poemas Humanos)
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